Agencia de viajes española organiza viajes para perderse a islas desiertas

Es posible pasar unos días como un náufrago desde mil euros por semana.


Con ocho años, Álvaro Cerezo ya construía barcas con botellas y maderas  y exploraba las calas más ocultas del Parque Natural de Maro (Málaga), donde experimentó la sensación de sentirse solo en medio de la naturaleza. “Aunque no podía quedarme más que unos minutos, me sentía como un náufrago y las sensaciones que experimentaba eran muy fuertes”. Ahora Álvaro tiene 33 y es el dueño de Docastaway, una empresa que busca islas desiertas por todo el mundo para ofrecerlas a clientes que quieren vivir una aventura o simplemente, disfrutar de una tranquilidad absoluta.
La idea del negocio le llegó con 18 años, cuando la aparición de Google le dio la posibilidad de buscar lugares deshabitados a los que viajar y se dio cuenta de que no había agencias, ni organizaciones, ni particulares que le facilitaran este tipo de expediciones. En 2003 dio el paso de buscar su primer enclave.  “Fue en las islas de Andamán y Nicobar (India) donde permanecí un mes. Desde ese momento, me dediqué a explorar lugares por todo el mundo y comencé un nuevo modo de vida”, explica Álvaro que en 2009, y extrañado de que no hubiera ninguna empresa dedicada al tema, decidió montar la suya. 
Pocos clientes españoles
Aunque lo normal es pensar que pasar unas vacaciones absolutamente solo, sin turistas, ruidos, ni siquiera personal que atienda al huésped es algo reservado a millonarios, lo cierto es que Cerezo hace posible el sueño de ser un náufrago sin peligros por unos mil euros por persona y semana. “Por lo general son parejas jóvenes o viajes de luna de miel”, explica el director de esta agencia que ofrece una modalidad confort y otra de aventura, en la que el usuario está solo, debe procurarse la comida y a la que se apuntan más hombres que mujeres.
“Aunque también hemos tenido ‘náufragas’ ya que disponemos de un emplazamiento con un mayor nivel de seguridad preparado para ellas”, indica Cerezo a La Vanguardia.com y añade que sus clientes más atrevidos son los americanos. “Buscan emociones más fuertes, mientras que los europeos suelen optar por la modalidad confort”, explica Cerezo, quien destaca el hecho de que muy pocos españoles han solicitado sus servicios.
A Docastaway llegan cada día peticiones de todo tipo. La más reciente, la de una pareja americana que quiere casarse en una de sus islas más remotas con una banda de música en directo, maquilladores, cámaras de vídeo e incluso flores importadas. “Los destinos que tienen más salida son Siroktabe y Blue Lagoon, en Indonesia, o Marooning y Hidden Beach Villa, ambas en Filipinas“,  informa el director de la agencia, que garantiza destinos alejados del turismo de masas e incluso del turismo alternativo.
Si el cliente lo solicita, se le deja solo, pero para una empresa que trata con clientes que no suelen tener experiencia en este tipo de viajes, la seguridad es importante. “En caso de emergencia, nuestro equipo se presenta en la isla en menos de tres horas, aunque hay clientes que desean tener a alguien de nuestro equipo esperando en la isla o en una isla vecina a pocos minutos e incluso recibir unas clases de supervivencia de alguno de nuestros profesores”.
Siguen buscando islas
El grado de aislamiento también lo elige el cliente y aunque no es fácil calcularlo, Álvaro y sus colaboradores usan cuatro parámetros para medirlo: distancia de la civilización más cercana; exclusividad de la isla; numero de pescadores y distancia a la que suelen faenar y distancia respecto a otras islas y al continente.
“Hoy no queda ninguna isla donde estar aislado una semana sin ver algún barco en el horizonte. Pero nuestro trabajo es minimizar eso al máximo encontrando lugares inhóspitos y ofreciendo algunas islas solo en ciertas épocas del año para que nuestro náufrago ni siquiera se encuentre a los pescadores de la zona”, explica Cerezo. 
Aunque parezca imposible, Álvaro, que cuenta con colaboradores en todo el planeta, sigue dándole vueltas al mundo en busca de lugares deshabitados. “Ahora vengo de Birmania pues necesitamos nuevas islas debido a que algunas se caen de nuestra cartera porque el nivel de aislamiento no es el mínimo requerido”, cuenta este aventurero del siglo XXI que asegura haber desarrollado un sexto sentido para encontrarlas. “Al principio usaba el método prueba-error y para encontrar una isla debía ver antes unas treinta. Ahora me hacen falta muchas menos para encontrar la adecuada”.

Fuente: La Vanguardia

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