RUMBO - Tras los pasos de Lorca

Federico García Lorca –miembro de la llamada Generación del 27 –es quizá el poeta más popular e influyente  de la literatura española del siglo XX.  A pesar de su corta vida (murió a los 38 años), tuvo una producción literaria muy abundante y variada. Cuenta uno de sus biógrafos que, siendo aún niño, leyó en casa la obra de Víctor Hugo y Miguel de Cervantes.
La agencia de viajes online Rumbo invita a recorrer por los lugares que marcaron la vida y la obra de este singular poeta y dramaturgo que con apenas 20 años publicó su primer libro: ‘Impresiones y paisajes’.
Agudo observador de las costumbres de la sociedad rural española, su pueblo granadino de Fuente Vaqueros (‘Mis más lejanos recuerdos de niño tienen sabor a tierra’) es reincidente en su obra. Desde allí se trasladó la familia a Granada, testigo de su adolescencia y de su encuentro con la Universidad y primeros grupos intelectuales. En las tertulias del popular café Alameda, donde paradójicamente sus compañeros lo conocían más como músico que como escritor, Lorca conoció al profesor Martín Berrueta con quien inició una serie de viajes de estudios por España que le ayudaron a despertar su vocación de escritor.
De su encuentro con Dalí en la Residencia de Estudiantes nació una gran amistad que llevó al granadino a visitar Cadaqués en varias ocasiones, a que Dalí preparara los decorados para el estreno de ‘Mariana Pineda’ en Barcelona y a una intensa correspondencia epistolar sobre poesía y arte cuya influencia se aprecia en las obras de ambos artistas.
Cansado del encasillamiento que le produce el éxito del ‘Romancero gitano’ y de verse vinculado a "un tono de costumbrismo e incultura" que siempre trató de evitar, en 1929 su antiguo profesor Fernando de los Ríos le ofrece la oportunidad de acompañarle a Nueva York. Los nueve meses que pasa entre Nueva York y Cuba cambiaron su visión de sí mismo y de su arte. El contacto con las grandes masas, la mecanización y la soledad de las grandes ciudades dan lugar al artista reflexivo de ‘Un poeta en Nueva York’ y su estancia en Cuba (primer país hispanoparlante que vista en América) le enamora y da impulso para emprender nuevos proyectos culturales yd e intercambio de ideas como ‘La Barraca’.
El exitoso estreno de ‘Bodas de sangre’ en Argentina le llevó a invitado por el empresario teatral a Buenos Aires y Montevideo en 1933 y 1934. Allí triunfó definitivamente, logró independencia económica y entabló amistad con otros intelectuales como Pablo Neruda y Juana de Ibarbourou. Regresó a España. Le quedaban dos años de vida intensa, en la que inició nuevos proyectos, revisó su obra y se volcó con el teatro, “una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre”, en sus propias palabras.

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